El sistema educativo contribuye en muchos sentidos a que los alumnos vayan perdiendo capacidades creativas a lo largo de la vida escolar. Llenamos la cabeza de los alumnos de contenidos para el futuro, olvidándonos del presente, del desarrollo de capacidades y estrategias que necesitan para la vida diaria. Los líderes deberán colocar a sus miembros en un rol activo para cooperar, delegando en ellos funciones y dejándoles asumir protagonismo.
Si permitimos a los estudiantes asumir este rol más activo en su educación les estaremos ayudando a establecer un aprendizaje para toda la vida, ofreciéndoles las condiciones para que aprendan a pensar por sí mismos, a disentir, a diferenciarse del grupo a la vez que a tolerar y respetar a los otros.
Para lograr estos cometidos, como docentes, deberemos revisar nuestra propia inteligencia emocional, la empatía, nuestra capacidad de escucha, el autoconocimiento, la habilidad de conocer a los demás y nuestro propio liderazgo.
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